Desde hace un buen tiempo para acá el mercado de las revistas impresas se ha desgastado, como todo, por ese espíritu de cambio, globalización y empresa al que nos tiene acostumbrado nuestro sistema de vida. Los medios electrónicos sepultan día a día revistas en papel tan antiguas y prestigiosas que los ilusos que aún persisten en ello lo hacen por puro romanticismo, terquedad y un grado alto de locura. A eso hay que agregarle el interés de los gobiernos por aminorar el consumo de papel con leyes como la de Cero Papel en la búsqueda de hacerle frente al cambio climático.
Sin embargo, las revistas en papel no es que sean pocas en el mercado y quieren ser tan variadas que no se alcanzaría a realizar rápidamente un vistazo de sus propuestas, aunque sí el de sus fines. También, se convirtieron en un segmento de la economía nada despreciable para los grupos económicos y los conglomerados de comunicaciones que ven un lucrativo negocio en informar, recrear y publicitar. No obstante, el haber aumentado la circulación y la cantidad de nombres en algunos casos, además de su especialización; la calidad de la información, las propuestas visuales y temáticas siguen custodiadas por un grupo de antiguas revistas que no declinan en ofrecer una mirada independiente y crítica de la realidad y la actualidad, sin desestimar las publicaciones universitarias, las especializadas y aquellas que siendo aún comerciales brillan por su calidad…
Sin embargo, nos preguntamos con el liderazgo de la Internet y las capacidades tecnológicas de los equipos de mano como celulares, tabletas y portátiles, cuál es el papel real de las revistas y hacia donde deben estar encaminadas sus propuestas temáticas, entendiendo que el mercado tecnológico le está ofreciendo al común de la gente –consumidor- un universo de posibilidades, globalizando la información y el entretenimiento.
Retomando el interés que tenemos por el papel de las revistas en la aldea globalizada de Marshall McLuhan, nos encontramos con un universo de clichés, repeticiones y posturas y donde el riesgo para una revista se considera su talón de Aquiles sin pensar que puede ser su fortaleza y sobre lo que reside su potencial de ventas, al fin y al cabo su propósito más práctico.
Las revistas juegan a la simpleza de lo confirmado y vivido, pero una verdadera revista nace para el riesgo, vive como un portal para lo nuevo y diferente, para el hoy, ya sea que se pierda en el tiempo o permita descubrir un destello de luz para el futuro, ofreciendo una visión de cambio. Las revistas mueren cuando intentan suplantar al libro, cuando juegan a lo conocido sin riesgo alguno, cuando retratan la pereza del hombre representado en otro, mueren cuando van a la fija, mueren cuando se clonan entre ellas, mueren cuando dan por sentado lo que el común de la gente cree importante. Una revista es volar en globo. Es el hada madrina de lo que será grande y hermoso...
Norman Muñoz Vargas
Ars longa, vita brevis