El gran éxito comercial de la serie de novelas sobre las Cincuenta sombras de Grey no me sorprendió y tampoco me generó reparos en un principio. Sin embargo, una hermosa dama de no más de veintiocho años se acercó a la biblioteca y me preguntó si teníamos la serie. En ese instante me dejé llevar por mis apreciaciones y le dije que efectivamente no la teníamos y afirmé que no era literatura de mayores calidades y que en ese género había obras mucho más interesantes y de mayor valor. Como bibliotecario cometí uno de los errores más frecuentes y que no debemos cometer en el oficio de atender una biblioteca: Ofrecer juicios de valor cuando no lo ha pedido el usuario.


Hay que dejar que el lector descubra por sí mismo y a través de la experiencia de la lectura (varias lecturas) un juicio de valor que le permita crear un criterio que no debe ser únicamente literario sino que se ajuste al crecimiento intelectual y  personal del lector; diría que ese crecimiento debe ser a la vez espiritual haciendo que se revalúe o por lo menos incida en el pensamiento del lector. Fue así como no volví a ver a la dama y me quedó un sin sabor que todavía no se me quita.


libro-catherine-mLo recuerdo muy vívidamente ahora que concluí la lectura, después de un largo trecho, de la obra de la escritora y esteta Catherine Millet: La vida sexual de Catherine M. Como figura en la contraportada de la novela en su edición en castellano de la editorial Anagrama “C. M., una figura de gran prestigio en el ámbito de la estética, autora de ensayos y monografías sobre artistas contemporáneos, decidió explicar su intensa y tumultuosa vida sexual con crudeza y una claridad absolutamente inesperadas”. Y es así, hacía mucho tiempo no leía un texto que de manera explícita tuviera la contundencia para afirmar que la liberalidad sexual está más allá de los efusivos escarceos corporales y los efluvios generosos del encuentro.


Catherine Millet en cuatro capítulos nos descubre lo intenso de su vida sexual en un espacio de vida que va desde la adolescencia hasta una madurez que bien podría generarle tanto suspicacias como dificultades en su quehacer diario. A medida que entramos en la intimidad corporal como de sus pensamientos podemos hallar a un ser humano que explora el mundo, y a los otros, a través del sexo, de la unión de las pieles, como si fueran etapas de un aprendizaje. En esa apropiación nos hace recordar el film de Lars von Trier Nymphomaniac. Ella no nos descubre todo. De las puertas que conducen a su intimidad ella solo nos abre algunas de ellas. Se reserva ese espacio tanto de pensamiento como de acción que todo ser humano debe mantener impoluto.


Por lo tanto, esa liberalidad del cuerpo, ese desparpajo con el que lo abre  y presenta la desnudez que no es la verdadera desnudez: la que rompe de un tajo con todo lo preconcebido, desde lo personal hasta lo cultural; retoma la franqueza que hizo meritoria la literatura erótica de otras épocas. Esa desnudez es un paso para conocerse, para dejar la moralidad que no es moral. Quitarse la máscara de temores y reticencias que niegan el goce y la comprensión de lo que debe ser vivir y disfrutar del otro o del propio cuerpo, ya sea en soledad o no.


Si bien el lector puede verse abrumado por la sinceridad de la autora y escandalizado por sus faenas amatorias, la obra en sí es un tratado de autodescubrimiento que busca el reconocimiento de un cuerpo que se supone propio porque se habita, pero que es un gran desconocido que debe ser aprehendido con los sentidos y la interacción con el otro u otros. No dudo que la aventura de la escritura de este texto, la posterior publicación y la crítica tanto hacia la obra como a su persona han sido y seguirán por mucho rato un lanzarse al vacío, pero totalmente necesario en un mar de publicaciones seudoeróticas, pornográficas, superficiales y notablemente sosas que inflan el deseo y que decaen como la erección de un mes pletórico de impuestos…


lolita libroAsí, retomo una serie de obras literarias que tanto en mi juventud como en la madurez me han llamado la atención por su lenguaje erótico y más por su atrevimiento, dejando que el deseo me lleve a equívocos que bien podría un lector de ahora cometer al leer obras y series del estilo Cincuenta sombras de Grey. Por ello me declaro libre de decir que quién desee leer estas obras lo hagan con total libertad, pero que posterior a ello se metan al mar de obras eróticas de excepcional calidad como Lolita de Vladimir Nabokov o El amante de Lady Chaterley de D. H. Lawrence, entre otras.


No obstante, no quiero llevar a los lectores a mundos donde el aspecto emocional y sexual de los protagonistas se enfoque más en su psique, sino a propuestas más crudas que se acercan al conocimiento de la piel y cómo reacciona ante el entorno, como si la piel por su naturaleza tuviera vida propia, experimentara sensaciones singulares y fuese otro ser con independencia el que habita.


juliette libro2Mi primera obra o primer autorinicia con Juliette del Marqués de Sade. Es un texto potente, de fácil lectura y desbordado, porque permite a su autor complacerse y vanagloriarse del camino moral o antimoral que asume la protagonista. En total disenso de su hermana Justine. Para el divino marqués, como algunos lo llaman, la literatura que es sincera reta a la sociedad y a sus formas de manipulación, ya sea a través de la moral y el sexo, la política o la religión. No somos libres, pero es el acto sexual, descarnado y sincero, un camino que lo puede lograr. Son sus cuentos y la obra Filosofía en el tocador donde expone su pensamiento como los fieles ejemplos de una propaganda que afirma el libertinaje como medio para aprender y reconocerse.


tropicocancer libroHay muchísimas obras eróticas que vieron castigada su posibilidad de encontrar lectores fácilmente. Sin duda los amigos de la moral no dejaron que su valor literario fuese juzgado por los lectores, creando una especie de halo sexual y de respeto por ser perseguidas que las catapultó como obras de libertad… porque quién no recuerda las andanzas de Henry Miller con sus trópicos como si el autor tuviera una peste que no lo dejaba vivir en paz. Diario AnaisLibros criticados y prohibidos, ediciones ocultas y angustia que se fue tornando en un dejemos que el mundo lo decida poco a poco marcaron la vida de un escritor que reflejó en sus obras las constantes contradicciones del siglo XX. Tanto su período europeo como el norteamericano nos hablaron del deseo y la cópula como alimento sustancial. Quizá su obra más conocida Trópico de Cáncer es a su vez la que con mayor fuerza y sinceridad narró las experiencias personales de una sexualidad que debe asumirse de la misma manera como se escribe. No sin dejar de ahondar en la visceral relación con Anaís Nin, reflejada en sus Diarios.


grushenka libro2cruel-zelandaEn el camino encontramos obras de una escritura sencilla, vivaz y descarnada, pero que incitan al lector a dejar de ruborizarse para acompañar a los personajes en un viaje donde la violencia, el carácter y el lenguaje son amantes fascinantes. En especial Grushenka, tres veces mujer y Cruel Zelanda, ambas de procedencia anónima. La primera que discurre en una sociedad donde ser siervo es apenas un peldaño más arriba de la esclavitud y donde Grushenka debe empeñarse en valorar lo que tiene físicamente para alcanzar una vida mejor y Cruel Zelanda, donde una aristócrata inglesa de nombre Stella termina separada de una sociedad acartonada por otra no menos normalizada pero diferente, quizá primitiva aunque auténtica. Las dos representan el producto de una sociedad donde la mujer es más un objeto y como tal lo enfrentan y salen airosas no sin antes enfrentar una serie de infortunios que fortalecen el carácter de cada una.


nueve-semanasymediaPor último, recomiendo una obra pequeña y artesanal con devaneos románticos que recuerdan las historias de los clásicos infantiles. La novela escrita por Elizabeth McNeill de nombre Nueve semanas y media fue un éxito de ventas y una magnífica película. En ella una curadora de arte se ve envuelta en el halo encantador y misterioso de un galán que le invita a dejarse subyugar por los placeres sensuales. Y que guardadas las proporciones, para bien de la Sra. McNeill, se asemeja a las aventuras de Cincuenta sombras de Grey.


fanny libro2Hay por supuesto obras eróticas que de acuerdo a ciertos matices continúan recibiendo lectores que buscan material de lectura que les permita hallar autenticidad, imaginación y veracidad; tal vez, no hablamos o recomendamos obras como El Infierno, La Historia de O, Las edades de Lulú, El Satiricón, Venus en India o Fanny Hill, memorias de una cortesana, entre muchas; pero sí dejamos abierto el camino para que el lector siempre busque y encuentre su historia.


Nos faltó por decir que para que haya un momento de perfecta sensualidad en una obra literaria no necesariamente la novela o cuento tienen que ser catalogados como obra erótica. Una de las páginas más bellas del erotismo lo escribe Umberto Eco en El nombre de la rosa cuando Adso tiene un encuentro de dos páginas…

Por Norman Muñoz Vargas